Sergio y Noemí tienen 11 años, son compañeros de escuela, siempre están juntos y tienen una particular amistad.
Una visita al museo de Ciencias Naturales los impulsa a excavar en secreto en el jardin de la casa de Noemí. Juegan a ser arqueólogos en busca de fósiles. Hace calor, es diciembre, están terminando las clases. El trajín del barrio industrial cercano al puerto de Berisso no cesa.
Noemí vive con su ocupado padre, trabajador del astillero, y su tía abuela, oscura anciana devota de la difunta Correa y guardiana de la memoria de la madre de Noemi que falleció muy joven. El plan de la tía es llevarla a Noemí a San Juan, alejarla de su padre, los barrios industriales, los amigos varones.
La vida de Sergio está atravesada por la separación de sus padres y la dificultad de su madre para conseguir trabajo. Mientras el mundo adulto intenta resolver problemas, el territorio de los chicos, sus casas, la costa del río, la escuela, se transforman en escenarios de sus sueños y complicidades.
Después de muchos intentos la excavación tiene éxito: Sergio y Noemi descubren una antigua caja oxidada. ¿Pertenecería a la madre de Noemi? ¿Qué oculta su interior? A pesar de sus esfuerzos, los chicos no pueden abrirla. Pero Noemi se aferra a ella, como un talismán que la pueda liberar de su tía y de sus planes de separarla de su amigo y en definitiva de su lugar en el mundo.
La ilusión de Noemí es un film inspirado en la niñez. Una niñez sin tanta tecnología, con más calle, pero cercana a la que se puede vivir en un pueblo o en una pequeña localidad del conurbano. En la película a su vez está presente la amistad entre una nena y un varón. Esa amistad que se permite la diferencia, pero que también deja de lado los juegos y tópicos que la sociedad de consumo impone.
En la historia los chicos no están solos. Se corre del universo de la clase media para ubicarlos en el seno de familias trabajadoras. Allí conviven -con pequeñas pinceladas- la búsqueda de proyectos de los adultos, la defensa de las fuentes de trabajo, la oposición a la explotación laboral o al despido, la solidaridad.
En este ámbito Noemí y su amigo Sergio transitan una complicidad bien entendida, comparten secretos y un universo que los ayuda a sobrevivir, a que la vida cobre otro sentido, por momentos mágica, por momentos con los pies bien puestos sobre la tierra.
Es el papá de Noemí, trabaja en el astillero. Cría solo a su hija con la ayuda de Alicia, la tía abuela de Noemí, con la que no se termina de llevar bien.
Es la mamá de Sergio. Está desempleada y busca trabajo en un hospital. Conoce a Leandro a través de la amistad de los chicos.
Siempre saca de apuros a su amigo Sergio. De espíritu curioso busca recuerdos e historias que la acerquen a su madre.
Amigo incondicional de Noemí y compañero de escuela. Es un poco atolondrado y acompaña a su amiga en todas sus decisiones.
Filmada en escenarios de las ciudades de Buenos Aires, Berisso y La Plata.